Encendí una delgada vela verde para ponerte celoso de mí.
Pero la habitación se llenó de mosquitos,
escucharon que mi cuerpo era libre.
Luego tomé el polvo de una larga noche de insomnio
y lo puse en tu pequeño zapato.
Y luego confieso que torturé el vestido
que usaste para que el mundo lo mire.
Le mostré mi corazón al médico: dijo que solo tenía que dejarlo.
Luego se escribió una receta,
¡y tu nombre fue mencionado en él!
Luego se encerró en un estante de la biblioteca
con los detalles de nuestra luna de miel,
y escuché de la enfermera que ha empeorado mucho
y su práctica está en ruinas.
Escuché de un santo que te había amado,
entonces estudié toda la noche en su escuela.
Él enseñó que el deber de los amantes
es manchar la regla de oro.
Y justo cuando estaba seguro de que sus enseñanzas eran puras
se ahogó en la piscina.
Su cuerpo se ha ido, pero aquí en el césped
su espíritu continúa babeando
Un esquimal me mostró una película
él te había quitado recientemente:
el pobre hombre apenas podía dejar de temblar,
sus labios y sus dedos eran azules.
Supongo que se congeló cuando el viento te quitó la ropa
y supongo que él nunca se calentó.
Pero estás ahí tan bien, en tu ventisca de hielo,
Oh, por favor déjame entrar en la tormenta.
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